Lo que hice en el finde…

Cada casa de Islandia tiene un zafacón de basura (color gris) y uno de reciclaje (color azul). En el de reciclaje solo se puede hechar papel y cartón, si quieres reciclar otra cosa tienes que llevarlo a la estación de reciclaje. La dueña de la casa nos dijo que te daban dinero por cada botella plástica que llevaras, así que nosotras nos pusimos a guardar las botellas de agua y jugo para un día llevarlas al reciclaje. Pasó enero, febrero, marzo y en abril vimos que teníamos suficientes, así que Gaby y yo nos levantamos temprano el viernes para ir a la estación de reciclaje.

 Caminamos por casi media hora con tres bolsas llenas de plástico hasta llegar al lugar. Allí nos dijeron que teníamos que contarlas, así que nos sentamos en una esquina a contar. Teníamos 49 botellas plásticas. Cuando se las entregamos al señor este nos dijo que teníamos que tener una cuenta en un banco de Islandia, porque el dinero se deposita directamente en la cuenta. Ninguna de las dos teníamos cuentas de banco en Islandia, así que decidimos donar nuestro plástico a una asociación para que ellos tomaran el dinero.

En el camino de regreso vimos unos murales pintados en las paredes de un edificio y unos grafitis pintados en tres dimenciones. Se veían bien reales. Era una parte de la ciudad en la que nunca habíamos estado. Era un área urbana, con muchas casas y un parquecito.

 Al otro día fuimos a un pulguero en la universidad. La asociación de estudiantes hace un pulguero donde cualquier estudiante puede llevar sus cosas y venderlas. Había mucha ropa bonita y a buen precio. Si te gustaba algo podías llevartelo al baño y medirtelo. Eso me sorprendió mucho, porque cualquiera te dice que se va a medir algo y nunca regresa. Pero, estamos en Islandia, esas cosas no pasan 🙂

Por la noche fuimos al cumpleaños de una amiga: Shanna (de los Países Bajos). Cumplía 22 añitos (me siento vieja). A su cumpleaños fueron otros estudiantes internacionales, muchos de los cuales conozco ya sea porque cogemos clases juntos o porque los veo por la universidad o por la ciudad. Terminé la noche comiendome un “waffle” de canela con whipped cream por encima. Delicioso.

El domingo me levanté temprano para continuar con mis asignaciones. Después cogí un descanso y vi la película Austenland, que hace referencia al libro Orgullo y Prejuicio de Jane Austen, una de mis escritoras favoritas y uno de mis libros favoritos. Cuando se terminó la película me preparé para la ópera.

Escena de la ópera. Los personajes principales son los dos que se están mirando.

Gaby y yo habíamos comprado boletos para ir a Ragnheiður, una ópera islandesa. Estábamos sentadas en el palomar, pero como quiera veíamos el escenario muy bien. La opera era en islandés y entendí absolutamente nada. Me dejaba llevar por las actuaciones, el ritmo de la música y por el tono de voz de los cantantes. Nos después de la primera hora nos dimos cuenta que era una historia de amor prohibido. Nos dimos cuenta porque los amantes se escondían para verse y en una parte una sirvienta (creo que era una sirvienta) los cogió y la música cambió y las luces se pusieron de un azul oscuro. Al final, la muchacha muere (sorry, ¡spoiler!) y no sé que pasa con el muchacho porque la verdad es que todos se me parecían.

 No importa que no entendí los diálogos ni la trama de la ópera, la verdad es que estuvo genial. La música, los bailes, el vestuario y hasta la escenografía me encantaron.

El lunes pasamos la tarde en Babalú, un café en donde te puedes sentar y trabajar, parecido a un Starbucks. Ahí estuvimos Gaby, Tyler y yo tres horas terminando asignaciones. El dueño ya nos conoce. Cuando regresamos a casa hablé por skype con mis queridos y bellos padres. Cuando colgué con ellos, Tytti (de Finlandia) vino y nos trajo finnish cinnamon rolls (bizcochitos de canela finlandeses) que ella misma hizo. ¡Les digo que ella es la mejor! Siempre tiene detallitos así, es como una mamá.Nos trajo uno para cada una, y nos dijo que lo calentaramos en el microhondas y que lo acompañaramos con un vaso de leche, y así mismo hice:

 Riquísimo.  Pues ese fue mi fin de semana. ¡Bye!
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